lunes, 29 de agosto de 2011

Encontrarte y no...

Como es natural, sé bien dónde encontrarte, dónde buscarte. Adivino ya el día, el gesto.
Y será tan natural sonreir o casi llorar en una página, una música, un silencio...
Te saludaré, de astro a astro, cuando el tiempo se haya llevado hasta nuestros nombres...
E.R.

jueves, 18 de agosto de 2011

Amor

Amor
desde la sombra
desde el dolor
amor
te estoy llamando
desde el pozo asfixiante del recuerdo
sin nada que me sirva ni te espere.
Te estoy llamando
amor
como al destino
como al sueño
a la paz
te estoy llamando
con la voz
con el cuerpo
con la vida
con todo lo que tengo
y que no tengo
con desesperación
con sed
con llanto
como si fueras aire
y yo me ahogara
como si fueras luz
y me muriera.

Desde una noche ciega
desde olvido
desde horas cerradas
en lo solo
sin lágrimas ni amor
te estoy llamando
como a la muerte
amor
como a la muerte.

Idea Vilariño

domingo, 14 de agosto de 2011

ELEGÍA COMO GRITO PARA UNA TARDE DE DICIEMBRE


A María Elena

Desbaratado el grito, el silencio que cruje en la escalera,
el sonido que llega de repente para decir no hay nadie,
nadie grita tu nombre, nadie te espera, nadie camina
por la calle recogiendo tu sombra partida en pedacitos,
tu esqueleto partido en pedacitos, nadie te extraña,
puedes echarte a caminar mascando tu tristeza,
puedes perderte para siempre en tu tristeza,
nadie grita tu nombre, nadie te espera,
sólo el silencio que baja y te destroza,
sólo el silencio que baja y te aniquila,
el sonido que llega de repente para decir no hay nadie,
nadie camina desde la oscura zona del derrumbe,
nadie te espera, di buenas noches, estoy triste, busco a Elena,
la he buscado en todas las grietas de la tarde, no la encuentro,
estoy palpándome ceniza y no la encuentro,
busco a Elena, no vendrá nunca, dile que venga, no vendrá nunca,
llámala hasta que el musgo te nazca en la garganta,
llámala hasta que tu garganta sea de musgo, no vendrá nunca,
di su nombre, repítelo hasta que la lengua se te caiga,
repítelo hasta que los dientes se te caigan, no vendrá nunca,
sólo el silencio que cruje en la escalera te acompaña,
el sonido que llega de repente para decir no hay nadie,
nadie te espera, di buenas noches, tengo miedo, busco a Elena,
puedes echarte a caminar buscando tu tristeza,
puedes perderte para siempre en tu tristeza, no vendrá Elena nunca,
di su nombre, graba en la noche su perfil de sombra,
su rostro de neblina, su cuerpo sepultado en caracoles,
di su nombre, repítelo hasta que los dientes se te crujan,
clávalo en tu memoria como una enredadera de moluscos,
di su nombre, guarda lo casi nada que te queda, el último sollozo,
el recuerdo como una abandonada calavera, el llanto en pedacitos,
pregunta por Elena, desbaratado el grito,
desbaratados tú y tu sombra que se hunden bajo el grito crujiendo en la escalera,
el sonido que llega de repente para decir no hay nadie,
sólo tu soledad que llega crujiendo en la escalera,
no está Elena, besa la oscura zona de sus labios,
no está Elena, muerde su sombra fría, no vendrá nunca Elena,
seguirás esperando, seguirás caminando su oquedad con los dedos,
seguirás consumiéndote en tu furia, no vendrá Elena nunca,
recoge su tristeza, envuélvela en su grito,
dile que busque a Elena por las calles,
dile que llame a Elena en las esquinas,
no vendrá nunca, seguirás esperando,
seguirás caminando los muros de la noche,
seguirás destrozando las paredes del sueño,
di su nombre, repítelo hasta que el miedo te derrumbe,
no hay remedio, bajarás con tu sombra al fondo de la tarde,
beberás en la tarde del grito que te ahoga, desbaratado el grito,
el sonido que llega de repente para decir no hay nadie,
no vendrá nunca Elena, desbaratado tú y tu cuerpo, no vendrá Elena nunca,
sal a la calle y grita, búscala en donde sea,
rompe las puertas, destroza las ventanas, derriba las paredes,
no ha venido, pregunta a los que pasan, no ha venido,
asómate al espejo, Elena, ven, gritando al borde del espejo,
no ha venido, seméjate a su sombra, parécete a su ausencia,
no vendrá nunca, todo duele, nada importa,
desbaratado el grito, el sonido que llega de repente para decir no hay nadie
nadie camina subiendo la escalera, no vendrá nadie,
sólo tu soledad que sube crujiendo a tu esqueleto,
sólo tu soledad crujiendo en tu esqueleto, desbaratado el grito,
desbaratados tú y tu cuerpo, y el grito con que gritan,
mira tu cuerpo que se hunde en el espejo,
mira tu cuerpo que se hunde tras tu grito en el espejo,
entrarás al espejo, seguirás a tu cuerpo que se hunde tras su grito en el espejo,
te hundirás tras tu cuerpo y tras tu grito en el cuerpo de Elena, oculto en el espejo,
volverás del espejo con el cuerpo de Elena metido entre tu cuerpo,
ámala y sálvate, ámala y quiebra tu alarido, no vendrá Elena nunca,
seguirás esperando, seguirás escarbando entre la noche en busca de su cuerpo,
no vendrá Elena nunca, quedarás para siempre roída la conciencia,
amargo el llanto, fúnebre el recuerdo, no vendrá Elena nunca,
sólo la sombra de su sombra habita en el espejo,
sólo la sombra de tu sombra baja crujiendo la escalera,
el sonido que llega de repente para decir no hay nadie,
no vendrá nadie nunca,
puedes echarte a caminar mascando tu tristeza,
puedes perderte para siempre en tu tristeza,
nadie jamás te llamará en la noche,
nadie jamás recogerá tu cuerpo partido en pedacitos,
tu esqueleto partido en pedacitos,
desbaratados tú y tu calavera abandonada,
un sonido de luna se derrumba, un sonido de espanto se desploma,
vete por el espejo, Elena, ven, gritando en el espejo,
ámala y sálvate, ámala y quiebra tu alarido, no vendrá nunca,
ámala y húndete en la furia, no vendrá nunca,
desbaratados para siempre tú y tu cuerpo,
desbaratado el grito, el silencio que cruje en la escalera,
el sonido que llega de repente para decir no hay nadie,
no vendrá nunca nadie,
y cerrar esta puerta.

Max Rojas

miércoles, 3 de agosto de 2011

...de repente.

¿Cómo me afectó la noticia? Quisiera hablarte con franqueza. Si miro en mi interior y busco bien entre mis recuerdos, sólo puedo contestar de una manera: no me afectó en absoluto. Cuesta mucho comprender el verdadero significado de las acciones y las relaciones humanas. Por ejemplo, muere alguíen y tú no sientes nada. Lo entierran y sigues sin sentir nada. Te pones de luto cuando sales y miras hacia delante con ceremoniosa tristeza, pero en casa, cuando estás a solas, bostezas, te rascas la nariz o lees un libro, y piensas en cualquier otra cosa o persona salvo en el difunto por quien estás de luto. De cara al exterior te hallas en un estado de fúnebre dolor, pero en tu interior compruebas con incredulidad que no sientes absolutamente nada, si acaso un vago sentimiento de culpa mezclado con una especie de alivio. E indiferencia, profunda indiferencia. Esto dura un tiempo, días, quizá meses. Engañas al mundo, sigues viviendo hipócrita con tu insensibilidad disimulada. Y de repente, un día, muchos años más tarde, cuando el difunto ya se ha podrido la nariz, vas andando por la calle y de pronto te mareas, tienes que apoyarte en la pared porque por fin lo entiendes. Entiendes el sentimiento que te ataba al difunto. El significado de la muerte. La dura realidad, el hecho ineludible de que, aunque caves con tus propias manos en la tierra para exhumar sus restos, nunca volverás a ver su sonrisa, y toda la sabiduría y el poder del mundo serán incapaces de lograr que él, el muerto, se te acerque de frente sonriendo. Puedes ocupar los cinco continentes a la cabeza de un ejército inmenso, que no servirá de nada. Y entonces te pones a gritar. O quizá no, sólo te quedas inmóvil en medio de la calle, pálido, sintiendo un vacío tan impresionante como si el mundo entero no tuviera ningún sentido y te hubieras quedado solo en la Tierra.

Sándor Márai