miércoles, 5 de septiembre de 2012

Versos sueltos


Un ojo blanco no me dice nada
Hasta cuándo posar de inteligente
Para qué completar un pensamiento
¡Hay que lanzar al aire las ideas!
El desorden también tiene su encanto
Un murciélago lucha con el sol:
La poesía no molesta a nadie
Y la fucsia parece bailarina.

La tempestad si no es sublime aburre
Estoy harto del dios y del demonio
¿Cuánto vale ese par de pantalones?
El galán se libera de su novia
Nada más antipático que el cielo
Al orgullo lo pintan de pantuflas:
Nunca discute el alma que se estima.
Y la fucsia parece bailarina.

El que se embarca en un violín naufraga
La doncella se casa con un viejo
Pobre gente no sabe lo que dice
Con el amor no se le ruega a nadie:
En vez de leche le salía sangre
Sólo por diversión cantan las aves.
Y la fucsia parece bailarina.

Una noche me quise suicidar
El ruiseñor se ríe de sí mismo
La perfección es un tonel sin fondo
Todo lo transparente nos seduce:
Estornudar es el placer mayor
Y la fucsia parece bailarina.

Ya no queda muchacha que violar
En la sinceridad está el peligro
Yo me gano la vida a puntapiés
Entre pecho y espalda hay un abismo
Hay que dejar morir al moribundo:
Mi catedral es la sala de baño
Y la fucsia parece bailarina.

Se reparte jamón a domicilio
¿ Puede verse la hora en una flor?
Véndese crucifijo de ocasión
La ancianidad también tiene su premio
Los funerales sólo dejan deudas:
Júpiter eyacula sobre Leda
Y la fucsia parece bailarina.

Todavía vivimos en un bosque
¿No sentís el murmullo de las hojas?
Porque no me diréis que estoy soñando
Lo que yo digo debe ser así
Me parece que tengo la razón
Yo también soy un dios a mi manera
Un creador que no produce nada:
Yo me dedico a bostezar a full
Y la fucsia parece bailarina.

Nicanor Parra

miércoles, 15 de agosto de 2012

Alargando mis sueños...

La vida nos acorta la vista 
y nos alarga la mirada. 

¿Cómo poner otra figura en el paisaje
sin desarticularlo como una feria invadida por la tristeza, 
sin que las nubes o los árboles se despeguen
y salten como muñecos desarmados? 

¿Cómo poner una palabra en el paisaje
sin que el silencio se asuste
igual que un animal sorprendido en el bosque
o como una procesión que ha perdido su imagen? 

¿Cómo poner una muerte en el paisaje
sin que se vuelva frío
y se sumerja como una flauta
con todos los agujeros tapados? 

¿Cómo alargar un sueño
hasta que sea un punto en el paisaje, 
una figura, una palabra o la muerte, 
sin que el paisaje se desintegre como una burbuja? 

Nosotros ya no podemos dejar de estar en el paisaje siguiente, 
aunque sea un paisaje en blanco. 
Nosotros ya no podemos dejar de estar en la página siguiente, 
aunque la hayan arrancado.

Poesía vertical VI. Poema 15. Roberto Juarroz 





martes, 17 de julio de 2012

La mente: un torrente de caminos alargándose hasta convertirse en suspiros.

Alejando Jodorowsky




martes, 19 de junio de 2012

Paisaje VIII

Los recuerdos comienzan por la noche,
con el soplo del viento, a levantar su rostro
y a escuchar la voz del río. El agua
en la oscuridad es la misma de los años muertos.

En el silencio de la oscuridad sube un chapoteo,
en el que ocurren voces y risas remotas;
se une al rumor un color vano,
que es de sol, de riberas y de miradas claras.
Un verano de voces. Cada rostro contiene,
como un fruto maduro, un sabor que se ha ido.

Cada mirada que vuelve conserva un gusto
de hierba y cosas impregnadas de sol al atardecer
sobre la playa. Conserva un aliento de mar.
Como un mar nocturno es esta sombra vaga,
de ansias y escalofríos antiguos, que el cielo roza
y cada noche regresa. Las voces muertas
parecen la rompiente de aquel mar.


Cesare Pavese


jueves, 7 de junio de 2012

lunes, 28 de mayo de 2012

lunes, 16 de abril de 2012

Hablen, tienen tres minutos...

Hablen, tiene tres minutos

De vuelta del paseo
donde junté una florecita para tenerte
entre mis dedos un momento,
y bebí una botellas de Beaujolais,
para bajar al pozo donde bailaba un oso luna,
en la penumbra dorada de la lámpara
cuelgo mi piel y sé que estaré solo en la ciudad
más poblada del mundo.

Excusarás este balance histérico,
entre fuga a la rata y queja de morfina,
teniendo en cuenta que hace frío,
llueve sobre mi taza de café,
y en cada medialuna
la humedad alisa sus patitas de esponja.

Máxime sabiendo que pienso en ti obstinadamente,
como una ciega máquina, como la cifra que repite
interminablemente el gongo de la fiebre
el loco que cobija su paloma en la mano,
acariciándola hora a hora
hasta mezclar los dedos y las plumas
en una sola miga de ternura.

Creo que sospecharás esto que ocurre,
como yo te presiento a la distancia en tu ciudad,
volviendo del paseo donde quizá juntases
la misma florecita, un poco por botánica,
un poco porque aquí,
porque es preciso
que no estemos tan solos,
que nos demos un pétalo,
aunque sea un pasito, una pelusa.

Julio Cortázar

lunes, 12 de marzo de 2012

.

Hoy estoy triste, como si alguien se me muriera dentro, porque sé que no debo escribir más, que no debo hacer ningún tipo de simulacro, que está mal, que no lo mereces, que te quiero demasiado, que estás tan lejos, que ya no moriremos juntos, como en aquel poema, que debo decirte adiós como en la cinta de Krapp.
Esto que podemos ver y tocar es todo. Está claro que hemos perdido.
Hoy lunes, y como dice Sabines, te digo adiós yendo a tu lado.


miércoles, 29 de febrero de 2012

:

No hay pliegues secretos, ni grietas, ni fórmulas mágicas. Este recuerdo es un llano en el que no se esconde nada, nadie. Nunca estuve en otro lugar, tampoco tú. Nunca estaremos más en otro lugar y ese será el problema.
Dice Calderón que la vida es sueño, y el tiempo también, no transcurre, no pasa, ni rueda, ni nos pierde. No nos simulemos extraviados, si somos sueños, entonces soñemos. Si algo se ha perdido, ha sido nuestra capacidad para volar.
S.

martes, 14 de febrero de 2012

El día

Mensajes anónimos, cartas a quien corresponda, paredes para hablar, muros, concreto puro.

El problema no es estar solo, cada uno en sí mismo, fuera de alguien más, sino querer traspasar el muro, tener un destinatario, hablar, sobrepasar al otro, tirar el concreto.

Sofía Cortés

domingo, 29 de enero de 2012

Voces

Iría al paraíso, pero con mi infierno; solo, no.

Antonio Porchia

viernes, 27 de enero de 2012

Voces

Las distancias no hicieron nada, todo está aquí.

Antonio Porchia

miércoles, 25 de enero de 2012

:

Me habitué a vivir en dos. Cambie los códigos de mi comunicación más íntima y los hice casi invisibles desde afuera. Destruí todos aquellos lugares comunes a los que acudimos para no sentirnos solos cuando estamos con los que no tenemos nada que compartir. Me fui aislando dulcemente en aquel espacio tibio de aroma suave que era el estar juntos, compartir la misma ventana hacia la vida, espiarte aquel cuadro de imágenes y músicas que pintabas viendo al vacío cuando te sentías sola. Ahora todo recuerdo, pasado o futuro, se cifra en una lengua que yo, solo, no completo, no es divertido hablar si nadie ríe como tú lo hacías. No sé…me pierdo de pronto, en medio de todos, volteo la mirada hacia un espacio vacío donde escapar y escucho un eco, la melodía de un instante que viví contigo. Ignoro otra forma de sentir que tenga que ver con los demás; balbuceo sin sentido si digo lo que siento, horroroso silencio de no tener nada que compartir a los demás, que son el mundo. Vivo en un recuerdo circular- una serie de recuerdos construidos contigo que lo contienen todo- donde de algún modo ya todo lo hablé, ya todo lo escuché. En ese recuerdo conjuré cada una de las partículas de los tiempos vividos y por vivir. Es vergonzoso estar aquí, sintiendo de una forma en la que nadie entiende, a la que nadie de los de aquí pertenece.

Penetran en mí agujas de una vida a la que según recuerdo, solía sentir. Hoy entra mucha luz por la ventana, observo a través de ella, una hoja amarilla que se viste de muerte, no lo sé pero tal vez una hoja que muere pierde el peso del pasado; el dulce oficio de rescatar hojas que morían, aliviarlas de todo ayer para así burlar al tiempo y no sin nostalgia poder conjurar en ellas lo que fuimos y sentimos en ese momento -guardaremos este día entre las horas para siempre- conjurarlo ahí donde ya nadie puede robar la vida, protegerlo del enemigo: nosotros y el olvido.

Me siguen acompañando hasta hoy, son más de veinte; las veo juntas y trato de precisar el lugar y la fecha de cada una, pero yo no soy así, no suelo recordar de esta manera. Para mí todas ellas son una misma sensación, la reiteración de un gesto hermoso que comunica lo que no se puede decir, la misma materia con la que una mirada dice adiós y un silencio dice: te extraño.

Edgar Robles