miércoles, 30 de diciembre de 2009

Ausencia

Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nichos de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas;
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.

Jorge Luis Borges

martes, 29 de diciembre de 2009

29

Final del cuento Las babas del diablo

Ahora pasa una gran nube blanca, como todos estos días, todo este tiempo incontable. Lo que queda por decir es siempre una nube, dos nubes, o largas horas de cielo perfectamente limpio, rectángulo purísimo clavado con alfileres en la pared de mi cuarto. Fue lo que vi al abrir los ojos y secármelos con los dedos: el cielo limpio, y después una nube que entraba por la izquierda, paseaba lentamente su gracia y se perdía por la derecha. Y luego otra, y a veces en cambio todo se pone gris, todo es una enorme nube, y de pronto restallan las salpicaduras de la lluvia, largo rato se ve llover sobre la imagen, como un llanto al revés, y poco a poco el cuadro se aclara, quizá sale el sol, y otra vez entran las nubes, de a dos, de a tres. Y las palomas, a veces, y uno que otro gorrión.

Julio Cortázar

Across the universe

sábado, 26 de diciembre de 2009

Espejo

Hay una noche,
un tiempo hueco, sin testigos,
una noche de uñas y silencio,
páramo sin orillas,
isla de yelo entre los días;
una noche sin nadie
sino su soledad multiplicada.

Se regresa de unos labios
nocturnos, fluviales,
lentas orillas de coral y savia,
de un deseo, erguido
como la flor bajo la lluvia, insomne
collar de fuego al cuello de la noche,
o se regresa de uno mismo a uno mismo,
y entre espejos impávidos un rostro
me repite a mi rostro, un rostro
que enmascara a mi rostro.

Frente a los juegos fatuos del espejo
mi ser es pira y es ceniza,
respira y es ceniza,
y ardo y me quemo y resplandezco y miento
un yo que empuña, muerto,
una daga de humo que le finge
la evidencia de sangre de la herida,
y un yo, mi yo penúltimo,
que sólo pide olvido, sombra, nada,
final mentira que lo enciende y quema.

De una máscara a otra
hay siempre un yo penúltimo que pide.
Y me hundo en mí mismo y no me toco.

Octavio Paz

martes, 22 de diciembre de 2009

Respuesta a la costurera y al viento

Tampoco me gusta la nada, César, como a todos los hombres, ni el movimiento que nos precipita al vacío, a estar solos y a no pertenecer, pero nos movemos, atraídos por fuerzas que desconocemos, siempre alejándonos, pero siempre hacia la Patagonia.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

La llorona

Pedro Paramo (Fragmentos)

Pensaba en ti, Susana. En las lomas verdes. Cuando volábamos papalotes en la época del aire. Oíamos allá abajo el rumor viviente del pueblo mientras estábamos encima de él, arriba de la loma, en tanto se nos iba el hilo de cáñamo arrastrado por el viento. "Ayúdame, Susana." Y unas manos suaves se apretaban a nuestras manos. "Suelta más hilo."
El aire nos hacía reír; juntaba la mirada de nuestros ojos, mientras el hilo corría entre los dedos detrás del viento, hasta que se rompía con un leve crujido como si hubiera sido trozado por las alas de algún pájaro. Y allá arriba, el pájaro de papel caía en maromas arrastrando su cola de hilacho, perdiéndose en el verdor de la tierra.
A centenares de metros, encima de todas las nubes, más, mucho más allá de todo, estás escondida tú, Susana. Escondida en la inmensidad de Dios, detrás de su Divina Providencia, donde yo no puedo alcanzarte ni verte y adonde no llegan mis palabras.

Juan Rulfo

miércoles, 9 de diciembre de 2009

viernes, 27 de noviembre de 2009

Líneas brownoideas


Nos íbamos, nos vamos, nos fuimos, y sin embargo el movimiento brownoideo, las casualidades, los hilos transparentes que nos sujetan, las figuras que se forman en el aire, los sueños, la lluvia, la música. Nos fuimos, ya no estamos, y sin embargo tantas cosas, tantas formas que ni un nombre poseen, que al momento de pensarlas se evaporan, se disipan o se van, como nosotros. No estamos, nos hemos ido, nos esfumamos, y sin embargo…

jueves, 19 de noviembre de 2009

lunes, 16 de noviembre de 2009

Llanto obligado (ante una fuente de roma)

hay cosas que no comprendo
sino llorando
ríos de sangre por cierto
pero en sus manos un vaso de agua
y entre sus ojos un ruido atroz
de vidrios rotos
además caminaba ¿recuerdas?
caminaba todavía
cuando murió
es decir que se iba
naturalmente
que abandonaba
la mantequilla
que no volvía
más nunca
que su vestido
estaba vacío
que no veía
que no escuchaba
sino tambores
que conocía
que padecía
que describía
el desastre.

Jorge Eduardo Eielson

domingo, 15 de noviembre de 2009

Bonobo

Libro del desasogiego

Cuanto más avanzamos en la vida, más nos convencemos de dos verdades que sin embargo se contradicen. La primera es que, ante la realidad de la vida, suenan pálidas todas las ficciones de la literatura y el arte. Producen, es cierto, un placer más noble que los de la vida; pero son como los sueños, en los que experimentamos sentimientos que en la vida no se experimentan, y se conjugan formas que en la vida no se encuentran; son, a pesar de todo, sueños, de los que se despierta, que no constituyen memorias ni nostalgias con las que vivamos después una segunda vida.
La segunda es que, siendo deseo de toda alma noble el recorrer la vida por entero, tener experiencia de todas las cosas, de todos los lugares y de todos los sentimientos vividos, y siendo esto imposible, la vida sólo subjetivamente puede ser vivida por entero, sólo negada puede ser vivida en su substancia total. Estas dos verdades son irreductibles la una a la otra.
El sabio se abstendrá de querer conjugarlas, y se abstendrá también de repudiar una u otra. Tendrá sin embargo que seguir una, añorante de la que no sigue; o repudiar ambas, elevándose por cima de sí mismo en un nirvana personal.
Feliz quien no exige de la vida más de lo que ella espontáneamente le da, guiándose por el instinto de los gatos, que buscan el sol cuando hace sol, y cuando no hace sol el calor, donde quiera que esté.
Feliz quien abdica de su personalidad mediante la imaginación, y se deleita en la contemplación de las vidas ajenas, viviendo, no todas las impresiones, sino el espectáculo exterior de todas las impresiones.
Feliz, por fin, ese que abdica de todo y a quien, porque ha abdicado de todo, nada puede ser quitado ni disminuido.

Nada me satisface, nada me consuela, todo —haya sido o no— me sacia. No quiero tener al alma y no quiero abdicar de ella. Deseo lo que no deseo y abdico de lo que no tengo. No puedo ser nada sin todo: soy el puente entre lo que no tengo y lo que no quiero.


Fernando Pessoa

jueves, 12 de noviembre de 2009

lunes, 9 de noviembre de 2009

El aire

Estoy despierto, sí, estoy mirando
fríamente algunas cosas
que van dejando ya de ser secretas.
Están ahí, como los árboles
en el desnudo aire. Sí, estoy despierto.
Hasta la casa de mi infancia es de los otros:
la han pintado de un color chillón,
entran y salen por los cuartos de mi alma,
hablando de otro asunto. La luz invade el patio
de mis ocultas nadas. También miro
con deseo ese rostro que es ninguno
y que viene como un ave malherida
de los que sufren y sonríen.
¡Oh pueblo innumerable! Estoy despierto.
Estoy mirando el polvo bañado por la luz,
las tinieblas disueltas en el aire
cuando empieza a dibujarse la verdad:
el árbol, la alegría, el sacrificio.
Y sé que aún tengo más recuerdos en la sangre
de los que puedo recordar, y más olvido
del que puede olvidarse en este mundo.
Pero qué importa, al fin, si la mitad
de aquella vida se me desprende y cae,
si tanto sueño, al fin, ha despertado,
si no hay sitio que no me esté mirando
ni instante en que el azar no me visite.
Quiero ser como tú, ¡oh rostro de los pobres!,
misterio del dolor y la sonrisa, porque el aire,
el simple aire límpido y vacío,
llenará nuestras voces y esperanzas.

Cintio Vitier

Luz silenciosa

viernes, 6 de noviembre de 2009

Sin escenas, sin instantes cuadrados

Aunque hubo un tiempo en que estuve enferma del mal de Montano, ahora estoy sumida en una especie de desierto literario, de mal de la Gran Costumbre. Como, sueño y vivo en esta ciudad intraducible, vista en el sentido más recto y cabal de la existencia humana. Atrapada en este desierto literario, subo las dunas de lo real y transito entre la pobreza de lo imaginario. Ese cerro verde es un cerro verde, aquel mar interminable es el mar, simplemente el mar. No es posible desdoblarse, no hay imágenes ni palabras, no existe el mundo como lo conozco, como lo he visto alguna vez en las páginas de una novela de Calvino. Enjaulada en esta línea recta, enferma, casi fulminada de la Gran Costumbre, me arrastro entre estos hombres que ya han olvidado que están mutilados y que andan sin mundo, sin escenas, sin nada de que agarrarse.

lunes, 2 de noviembre de 2009

domingo, 1 de noviembre de 2009

...

Mientras los niños crecen y las horas nos hablan
tú, subterráneamente, lentamente, te apagas.
Lumbre enterrada y sola, pabilo de la sombra,
veta de horror para el que te escarba.

¡Es tan fácil decirte "padre mío"
y es tan difícil encontrarte, larva
de Dios, semilla de esperanza!
Quiero llorar a veces, y no quiero
llorar porque me pasas
como un derrumbe, porque pasas
como un viento tremendo, como un escalofrío
debajo de las sábanas,
como un gusano lento a lo largo del alma!

¡Si sólo se pudiera decir: "papá, cebolla,
polvo, cansancio, nada, nada, nada"!
¡Si con un trago te tragara!
¡Si con este dolor te apuñalara!
¡Si con este desvelo de memorias
-herida abierta, vómito de sangre-
te agarrara la cara!

Yo sé que tú ni yo,
ni un par de balbas,
ni un becerro de cobre, ni unas alas
sosteniendo la muerte, ni la espuma
en que naufraga el mar, ni -no-- las playas,
la arena, la sumisa piedra con viento y agua,
ni el árbol que es abuelo de su sombra,
ni nuestro sol, hijastro de sus ramas,
ni la fruta madura, incandescente,
ni la raíz de perlas y de escamas,
ni tu tío, ni tu chozno, ni tu hipo,
ni mi locura, y ni tus espaldas,
sabrán del tiempo obscuro que nos corre
desde las venas tibias a las canas.
(Tiempo vacío, ampolla de vinagre,
caracol recordando la resaca.)

He aquí que todo viene, todo pasa,
todo, todo se acaba.
¿Pero tú? ¿pero yo? ¿pero nosotros;
¿para qué levantamos la palabra?
¿de qué sirvió el amor?
¿cuál era la muralla
que detenía la muerte?

Jaime Sabines

sábado, 24 de octubre de 2009

jueves, 22 de octubre de 2009

El mundo misterioso de las polillas

Otra vez, dijo Austerlitz,subimos con el tío abuelo Alphonso a la colina que había detrás de la casa, una noche tranquila y sin luna, para poder mirar el mundo misterioso de las polillas. La mayoría de nosotros, dijo Austerlitz, lo único que sabemos de las polillas es que se comen las alfombras y la ropa y por eso hay que ahuyentarlas con alcanfor y naftalina, mientras que, en realidad, son uno de los géneros más antiguos y admirables de toda la historia de la Naturaleza. Poco después de caer la oscuridad, estábamos sentados en un promontorio, muy por encima del Andromeda Lodge, detrás de nosotros las pendientes más altas y delante la inmensa oscuridad sobre el mar, y apenas Alphonso había puesto su lámpara de camisa incandescente en una hondonada plana, rodeada de brezos, y la había encendido, comenzaron las mariposas nocturnas, de las que no habíamos llegado a ver ninguna al subir, a acudir en masa en miles de curvas y espirales y rizos, hasta que, como copos de nieve, formaron una nevada silenciosa en torno a la luz, mientras que otras, chirriando ya las alas, caían sobre la sábana extendida bajo la lámpara o, agotadas de los locos círculos, se posaban en las grises profundidades de las cajas de huevos encajadas en un cajón por Alphonso para protegerlas. Sin duda recuerdo, dijo Austerlitz, que los dos, Gerald y yo, no podíamos salir de nuestro asombro ante la multiplicidad de aquellos invertebrados, normalmente ocultos a nuestras miradas, y que Alphonso nos dejó sencillamente mirar y admirar largo rato, pero ya no recuerdo qué clase de mariposas vinieron, quizá feosias trémulas, falenas domésticas, banderas españolas y catocalas negras, Plusiae chrysitis y cuncunillas grasientas, esfinges de las euforbias y vespertilias, partenias y viejas damas, mariposas de la muerte y hepiálidas; en cualquier caso fueron muchas docenas, de figura y apariencia tan distintas que ni Gerald ni yo podíamos abarcarlas. Algunas llevaban cuello y capa, como caballeros distinguidos, eso dijo Gerald una vez, que se dirigieran a la ópera; otras eran de un color principal sencillo y mostraban, al agitar las alas, forros fantásticos, se veían líneas transversales y onduladas,sombras, manchas en forma de hoz y campos más claros,pecas, franjas en zigzag, flecos y nervaduras y colores como no se hubieran podido imaginar, verde musgo con mezcla de azul, alazán y azafrán, amarillo de arcilla y blanco satinado, y un brillo metálico como de latón pulverizado o de oro. Muchas de ellas llevaban aún una vestidura impoluta, otras en cambio, que habían acabado casi su vida, aparecían desgastadas y desgarradas. Alphonso nos habló de cómo cada una de aquellas criaturas extravagantes tenía sus peculiaridades, cómo algunas sólo vivían en terreno de alisos, otras en calurosas pendientes de piedra, en pobres pastos o en pantanos. De las orugas que las preceden en su existencia, dijo que casi todas se alimentaban de una clase de alimento, ya fuera raíces de grama, hojas de sauce, agracejo u hojas marchitas de zarzamora, y de hecho devoraban el alimento elegido, eso dijo Alphonso,hasta perder el conocimiento, mientras que las mariposas, durante toda su vida, no comían nada más y se dedicaban únicamente a reproducirse lo más aprisa posible. Sólo parecían padecer a veces sed, y por eso había ocurrido al parecer que, en períodos de sequía,cuando durante mucho tiempo no había caído rocío por la noche, se pusieran juntas en marcha, en una especie de nube, para buscar el río o el arroyo más próximos,donde, al intentar posarse en el agua viva, se ahogaban en gran número. Y se me ha quedado también en la memoria la observación de Alphonso sobre el oído extraordinariamente sensible de las polillas, dijo Austerlitz. Eran capaces de reconocer los gritos de los murciélagos a grandes distancias, y él, Alphonso, había observado que siempre, a la noche, cuando el ama de llaves salía al patio para llamar a su gata Enid con voz chillona, alzaban el vuelo desde los arbustos y huían hacía los árboles más oscuros. Durante el día, dijo Alphonso, dormían escondidas bajo las piedras, en grietas de las rocas, entre la paja del suelo o en el follaje. La mayoría están como muertas cuando se las encuentra, y tienen que despertarse temblando o, con movimientos convulsivos de alas y patas, saltar por el suelo, antes de poder levantar el vuelo. La temperatura de su cuerpo es entonces de treinta y seis grados, como la de los mamíferos y los delfines y los atunes a toda velocidad. Los treinta y seis grados son un nivel máximo, que en la Naturaleza ha demostrado ser una y otra vez el más favorable, una especie de umbral mágico, a veces se le había ocurrido, eso, dijo Austerlitz, había dicho Alphonso, que todos los males del hombre están relacionados con esa desviación de la norma ocurrida en algún momento y con el estado de calentamiento, ligeramente febril, en que continuamente se encuentra. Hasta que llegó el amanecer, dijo Austerlitz, estuvimos aquella noche de verano en la hondonada de la montaña, muy alto sobre la desembocadura del Mawddach, mirando cómo las mariposas, quizá unas diez mil, estimó Alphonso, acudían volando. Las estelas de luz, admiradas sobre todo por Gerald, que parecían dejar tras sí en diversos anillos,serpentinas y espirales, no existían en realidad,explicó Alphonso, sino que eran sólo huellas fantasma causadas por la pereza de nuestros ojos, que creían ver aún cierto resplandor en el lugar de donde el insecto,que sólo había brillado una fracción de segundo a la luz de la lámpara, había desaparecido ya. Eran esos fenómenos irreales, dijo Alphonso, el relampaguear de lo irreal en lo real, determinados efectos de luz en el paisaje que se extendía ante nosotros o en los ojos de una persona amada, los que inflamaban nuestros sentimientos más profundos o, en cualquier caso, los que considerábamos como tales. A pesar de no haberme dedicado luego a la historia natural, dijo Austerlitz,muchas de las observaciones botánicas y zoológicas del tío abuelo Alphonso se me han quedado en la memoria. Hace sólo unos días consulté el pasaje de Darwin, que me mostró una vez, donde se describe una bandada de mariposas volando sin interrupción durante varias horas a diez millas de la costa suramericana, en la que era imposible, incluso con el catalejo, encontrar un trozo de cielo vacío entre las tambaleantes mariposas. Especialmente inolvidable, sin embargo, me ha resultado siempre lo que Alphonso nos contó entonces sobre la vida y la muerte de las polillas, y todavía hoy profesoa esas criaturas, entre todas, el mayor respeto. En los meses más cálidos ocurre no pocas veces que alguno de esos insectos voladores nocturnos se extravíe en mi casa, viniendo del trozo de jardín que hay detrás de ella. Cuando me levanto a la mañana temprano, lo veo todavía inmóvil en algún lugar de la pared. Saben, creo yo, dijo Austerlitz, que han equivocado su camino, porque, si no se los pone otra vez fuera cuidadosamente, se mantienen inmóviles, hasta que han exhalado el último aliento, efectivamente, se quedan,sujetos por sus garras diminutas, rígidas por el espasmo de la muerte, aferrados al lugar de su desgracia hasta después de acabar su vida, hasta que un soplo de aire los suelta y los echa a un rincón polvoriento. A veces, al ver una de esas polillas que mueren en mi casa, me pregunto qué clase de miedo y de dolor sienten sin duda en el momento en que se extravían. Como sabía por Alphonso, dijo Austerlitz, no había realmente ninguna razón para negar a las criaturas más pequeñas una vida interior. No sólo nosotros y los perros, vinculados desde hace muchos siglos con nuestros sentimientos, y otros animales domésticos soñamos de noche, sino también otros pequeños mamíferos, los ratones y topos viven cuando duermen, como puede saberse por sus movimientos oculares, en un mundo sólo existente en su interior, y quién sabe, dijo Austerlitz, quizá sueñan también las polillas o la lechuga del huerto cuando mira de noche la luna.

W.G. Sebald

miércoles, 21 de octubre de 2009

Tom Waits



"...alguien se ha perdido y quiere volver al centro de su ciudad, o en cualquier caso al centro de algo". Vila-Matas (El mal de Montano)

viernes, 16 de octubre de 2009

Libro del desasosiego

No sé lo que es el tiempo. No sé cuál es su verdadera medida, si es que tiene alguna. La del reloj sé que es falsa: divide el tiempo espacialmente, por fuera. La de las emociones sé también que es falsa: divide, no el tiempo, sino la sensación del tiempo. La de los sueños es equivocada; en ellos rozamos el tiempo, unas veces demoradamente, otra veces deprisa, y lo que vivimos es rápido o lento conforme alguna cosa del transcurrir cuya naturaleza ignoro.
Creo, a veces, que todo es falso, y que el tiempo no es más que un marco para encuadrar lo que le es extraño.

Fernando Pessoa

jueves, 15 de octubre de 2009

martes, 13 de octubre de 2009

dos fragmentos

"Uno se construye grandes historias, ésa es la verdad, y puede seguir creyéndoselas durante años, no importa lo absurdas que sean, ni lo inverosímiles, te las llevas contigo y basta. Se es hasta feliz con cosas así. Feliz. Y podría no acabar nunca. Luego, un día, sucede que se rompe algo en el corazón del gran artefacto fantástico, zas, sin razón alguna, se rompe de repente y tú te quedas ahí, sin comprender cómo es que toda aquella fabulosa historia ya no la llevas encima, sino delante, como si fuera la locura de otro y ese otro fueras tú. Zas. A veces, basta con nada. Incluso una sola palabra que aflore. Basta con eso."

Océano mar (Alessandro Baricco)

"Todo lo que usted haga, lo que viva durante este tiempo, contará para usted más tarde. De ese desierto, como dice, se acordará después; se poblará de recuerdos con una precisión fantástica. No podrá evitarlo. Parece que nada ha empezado y ya ha empezado. Parece que no hagamos nada y estamos haciendo algo. Creemos que avanzamos hacia una solución, nos volvemos y vemos que ya la hemos rebasado".

El square (Marguerite Duras)

lunes, 12 de octubre de 2009

lunes, 5 de octubre de 2009

El mal de Montano

Miré al mar y vi sólo una humeante lágrima negra, y lentamente, como vencido por el mal de Montano, me fue ganando una melancolía total.

Enrique Vila-Matas

jueves, 1 de octubre de 2009

martes, 29 de septiembre de 2009

Hoy me gusta la vida mucho menos...

Hoy me gusta la vida mucho menos,
pero siempre me gusta vivir: ya lo decía.
Casi toqué la parte de mi todo y me contuve
con un tiro en la lengua detrás de mi palabra.

Hoy me palpo el mentón en retirada
y en estos momentáneos pantalones yo me digo:
¡Tanta vida y jamás!
¡Tantos años y siempre mis semanas!...
Mis padres enterrados con su piedra
y su triste estirón que no ha acabado;
de cuerpo entero hermanos, mis hermanos,
y, en fin, mi ser parado y en chaleco.

Me gusta la vida enormemente
pero, desde luego,
con mi muerte querida y mi café
y viendo los castaños frondosos de París
y diciendo:
Es un ojo éste, aquél; una frente ésta, aquélla...
Y repitiendo:
¡Tanta vida y jamás me falla la tonada!
¡Tantos años y siempre, siempre, siempre!

Dije chaleco, dije
todo, parte, ansia, dije casi, por no llorar.
Que es verdad que sufrí en aquel hospital que queda al lado
y está bien y está mal haber mirado
de abajo para arriba mi organismo.

Me gustará vivir siempre, así fuese de barriga,
porque, como iba diciendo y lo repito,
¡tanta vida y jamás! ¡Y tantos años,
y siempre, mucho tiempo, siempre, siempre!

César Vallejo

domingo, 20 de septiembre de 2009

Laurent Korcia

El futuro

Y se muy bien que no estarás.
No estarás en la calle
en el murmullo que brota de la noche
de los postes de alumbrado,
ni en el gesto de elegir el menú,
ni en la sonrisa que alivia los completos en los subtes
ni en los libros prestados,
ni en el hasta mañana.
No estarás en mis sueños,
en el destino original de mis palabras,
ni en una cifra telefónica estarás,
o en el color de un par de guantes
o una blusa.
Me enojaré
amor mío
sin que sea por ti,
y compraré bombones
pero no para ti,
me pararé en la esquina
a la que no vendrás
y diré las cosas que sé decir
y comeré las cosas que sé comer
y soñaré los sueños que se sueñan.
Y se muy bien que no estarás
ni aquí dentro de la cárcel donde te retengo,
ni allí afuera
en ese río de calles y de puentes.
No estarás para nada,
no serás mi recuerdo
y cuando piense en ti
pensaré un pensamiento
que oscuramente trata de acordarse de ti.

Julio Cortázar

jueves, 17 de septiembre de 2009

a la orilla

Habitar el cuarto del tiempo y salir cavando hoyos de humedad y tristeza, tal fue mi suerte.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Apunte número 1

Una hormiga atraviesa la habitación, la lluvia cae mientras el televisor habla un lenguaje que F. desconoce. A las 2:42 piensa en un gato negro, mira por la venta y ahí está con los ojos amarillos, bien abiertos, un gato negro; comprende que las casualidades tienen formas desconcertantes y sonríe, recuerda que ayer ha pasado lo mismo con R.

martes, 15 de septiembre de 2009

Weird Fishes/Arpeggi

La promesa

Te lo voy a decir todo cuando muramos.
Te lo voy a contar, palabra por palabra,
al oído, llorando.

Rosario Castellanos

lunes, 14 de septiembre de 2009

domingo, 13 de septiembre de 2009

Fragmentos de un discurso amoroso

Sin respuesta

1.
(Como una mala sala de concierto, el espacio afectivo tiene rincones muertos, donde el sonido no circula.-El interlocutor perfecto, el amigo, ¿no es entonces el que construye en torno nuestro la mayor resonancia posible? ¿No puede definirse la amistad como un espacio de sonoridad total?

2.
(De la escucha distante nace una angustia de decisión:¿debo proseguir, hablar "en el desierto"? Necesitaría una confianza que precisamente la sensibilidad amorosa no permite. ¿Debo detenerme, renunciar? Eso tendría el aspecto de vejarme, de enjuiciar al otro, y, a partir de allí, dar la señal de partida de una "escena". Es una vez más la trampa.)

3."La muerte es sobre todo esto: todo lo que ha sido visto, habrá sido visto para nada. Duelo de lo que hemos percibido". En esos momentos breves en que hablo para nada es como si muriera. Porque el ser humano se convierte en un personaje plomizo, es una figura de sueño que no habla, y el mutismo, en sueños, es la muerte. O incluso: la Madre gratificante misma me muestra el Espejo, la Imagen, y me habla: "Tú eres eso". Pero la madre muda no me dice lo que soy: no estoy ya fundado, floto dolorosamente sin existencia.

Roland Barthes

viernes, 11 de septiembre de 2009

jueves, 3 de septiembre de 2009

El llanto fracasado

Roto, casi ciego, rabioso, aniquilado,
hueco como un tambor al que golpea la vida,
sin nadie pero solo,
respondiendo las mismas palabras para las mismas
cosas siempre,
muriendo absurdamente, llorando como niña, asqueado.
He aquí éste que queda, el que me queda todavía.
Háblenle de esperanza,
díganle lo que saben ustedes, lo que ignoran,
una palabra de alegría, otra de amor, que sueñe.

Todos los animales sobre la tierra duermen.
Sólo el hombre no duerme.
¿Han visto ustedes un gesto de ternura en el rostro de
un loco dormido?
¿Han visto un perro soñando con gaviotas?
¿Qué han visto?

Nadie sino el hombre pudo inventar el suicidio.
Las piedras mueren de muerte natural.
El agua no muere.
Sólo el hombre pudo inventar para el día la noche,
el hambre para el pan,
las rosas para la poesía.

Mortalmente triste sólo he visto a un gato, un día,
agonizando.
Yo no tengo la culpa de mis manos: es ella.
Pero no fue escrito:
Te faltará una mujer para cada día de amor.

Andarás, te dijeron, de un sitio a otro de la muerte
buscándote.
La vida no es fácil.
Es más fácil llorar, arrepentirse.

En Dios descansa el hombre.
Pero mi corazón no descansa,
no descansa mi muerte,
el día y la noche no descansan.

Diariamente se levantan los montes, el cielo se ilumina
el mar sube hacia el mar
los árboles llegan hasta los pájaros.
Sólo yo no me alumbro, no me levanto.

Háblenle de tragedias a un pescado.
A mí no me hagan caso.
Yo me río de ustedes que piensan que soy triste
como si la soledad o mi zapato
me apretaran el alma.

La yugular es la vena de la mujer.
Allí recibe al hombre.
Las mujeres se abren bajo el peso del hombre
como el mar bajo un muerto,
lo sepultan, lo envuelven,
lo incrustan en ovarios interminables,
lo hacen hijos e hijos…
Ellas quedan de pie,
paren de pie, esperando.

No me digan ustedes en dónde están mis ojos,
pregunten hacia dónde va mi corazón.

Les dejaré una cosa el día último,
la cosa más inútil y más amada de mí mismo,
la que soy yo y se mueve, inmóvil para entonces,
rota definitivamente.
Pero les dejaré también una palabra,
la que no he dicho aquí, inútil, amada.

Ahora vuelve el sol a dejarnos.
La tarde se cansa, descansa sobre el suelo, envejece.
Trenes distantes, voces, hasta campanas suenan.
Nada ha pasado.

Jaime Sabines, quién más podría ser

Los planetas

martes, 1 de septiembre de 2009

Buscamos...

Buscamos
cada noche
con esfuerzo
entre tierras pesadas y asfixiantes
ese liviano pájaro de luz
que arde y se nos escapa
en un gemido.

Vilariño

jueves, 27 de agosto de 2009

miércoles, 26 de agosto de 2009

Otro poema de los dones. JLB

Gracias quiero dar al divino Laberinto de los efectos y de las causas
Por la diversidad de las criaturas que forman este singular universo,
Por la razón, que no cesará de soñar con un plano del laberinto,
Por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,
Por el amor, que nos deja ver a los otros como los ve la divinidad,
Por el firme diamante y el agua suelta,
Por el álgebra, palacio de precisos cristales,
Por las místicas monedas de Ángel Silesio,
Por Schopenhauer, que acaso descifró el universo,
Por el fulgor del fuego,
Que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,
Por la caoba, el cedro y el sándalo,
Por el pan y la sal,
Por el misterio de la rosa, que prodiga color y que no lo ve,
Por ciertas vísperas y días de 1955,
Por los duros troperos que en la llanura arrean los animales y el alba,
Por la mañana en Montevideo,
Por el arte de la amistad,
Por el último día de Sócrates,
Por las palabras que en un crepúsculo se dijeron de una cruz a otra cruz,
Por aquel sueño del Islam que abarcó mil noches y una noche,
Por aquel otro sueño del infierno,
De la torre del fuego que purifica
Y de las esferas gloriosas,
Por Swedenborg, que conversaba con los ángeles en las calles de Londres,
Por los ríos secretos e inmemoriales que convergen en mí,
Por el idioma que, hace siglos, hablé en Nortumbria,
Por la espada y el arpa de los sajones,
Por el mar, que es un desierto resplandeciente
Y una cifra de cosas que no sabemos
Y un epitafio de los vikings,
Por la música verbal de Inglaterra,
Por la música verbal de Alemania,
Por el oro, que relumbra en los versos,
Por el épico invierno,
Por el nombre de un libro que no he leído: Gesta Dei per Francos,
Por Verlaine, inocente como los pájaros,
Por el prisma de cristal y la pesa de bronce,
Por las rayas del tigre,
Por las altas torres de San Francisco y de la isla de Manhattan,
Por la mañana en Texas,
Por aquel sevillano que redactó la Epístola Moral
Y cuyo nombre, como él hubiera preferido, ignoramos,
Por Séneca y Lucano, de Córdoba
Que antes del español escribieron
Toda la literatura española,
Por el geométrico y bizarro ajedrez
Por la tortuga de Zenón y el mapa de Royce,
Por el olor medicinal de los eucaliptos,
Por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,
Por el olvido, que anula o modifica el pasado,
Por la costumbre, que nos repite y nos confirma como un espejo,
Por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,
Por la noche, su tiniebla y su astronomía,
Por el valor y la felicidad de los otros,
Por la patria, sentida en los jazmines, o en una vieja espada,
Por Whitman y Francisco de Asís, que ya escribieron el poema,
Por el hecho de que el poema es inagotable
Y se confunde con la suma de las criaturas
Y no llegará jamás al último verso
Y varía según los hombres,
Por Frances Haslam, que pidió perdón a sus hijos por morir tan despacio,
Por los minutos que preceden al sueño,
Por el sueño y la muerte, esos dos tesoros ocultos,
Por los íntimos dones que no enumero,
Por la música, misteriosa forma del tiempo.

viernes, 21 de agosto de 2009

jueves, 20 de agosto de 2009

Diario. París, 1960

23 de diciembre
El bosque estaba oscuro. Por eso las hojas suspendidas de las ramas amenazaban con un color negro, no verde. "Es mentira todo", pensé, "hasta lo que me decían del color de las hojas". Tenía tanto miedo que no sabía si avanzaba o retrocedía.

Alejandra Pisarnik

martes, 18 de agosto de 2009

llorar todo el insomnio y todo el día



Llorar a lágrima viva
Oliverio Girondo

Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.

Abrir las canillas,
las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma,
la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.

Asistir a los cursos de antropología,
llorando.
Festejar los cumpleaños familiares,
llorando.
Atravesar el África,
llorando.

Llorar como un cacuy,
como un cocodrilo...
si es verdad
que los cacuyes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.

Llorarlo todo,
pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz,
con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo,
por la boca.

Llorar de amor,
de hastío,
de alegría.
Llorar de frac,
de flato, de flacura.
Llorar improvisando,
de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!

domingo, 16 de agosto de 2009

Árboles (cuaderno de aforimos)

Aunque quiera, aunque se esfuerce con toda la voluntad
del alma y del corazón, un hombre no puede levantarse del
todo cuando ha caído hasta las profundidades del abismo.
Siempre queda en él algo triste y definitivamente roto.

Marco Antonio Campos

lunes, 10 de agosto de 2009

La muerte se escribe sola...

La muerte se escribe sola
una raya negra es una raya blanca
el sol es un agujero en el cielo
la plenitud del ojo
fatigado cabrío
aprender a ver en el doblez
entresaca espulga trilla
estrella casa alga
madre madera mar
se escriben solos
en el hollín de la almohada

trozo de pan en el zaguán
abre la puerta
baja la escalera
el corazón se deshoja
la pobre niña sigue encerrada
en la torre de granizo
el oro el violeta el azul
enrejados
no se borran
no se borran
no se borran

Blanca Varela

viernes, 7 de agosto de 2009

nota de haiku

Cuando llovía, Mario pensaba que estaba cayendo el mar de arriba, yo creo que nunca conoció el mar, pobre Mario, pobre cangrejito sin playa.

jueves, 6 de agosto de 2009

martes, 4 de agosto de 2009

123 (Fragmento, Rayuela)

(...)
Tal vez el verdadero sueño se le apareció en ese momento cuando se sintió despierto y meando a las cuatro de la mañana en un quinto piso de la rue du Sommerard y supo que la sala que daba al jardín en Burzaco era la realidad, lo supo como se saben unas pocas cosas indesmentibles, como se sabe que se es uno mismo, que nadie sino uno mismo está pensando eso, supo sin ningún asombro ni escándalo que su vida de hombre despierto era un fantaseo al lado de la solidez y la permanencia de la sala aunque después al volverse a la cama no hubiera ninguna sala y solamente la pieza de la rue du Sommerard, supo que el lugar era la sala de Burzaco con el olor de los jazmines del Cabo que entraba por las dos ventanas, la sala con el viejo piano Bluthner, con su alfombra rosa y sus sillitas enfundadas y su hermana también enfundada. Hizo un violento esfuerzo para salirse del aura, renunciar al lugar que lo estaba engañando, lo bastante despierto como para dejar entrar la noción de engaño, de sueño y vigilia, pero mientras sacudía unas últimas gotas y apagaba la luz y frotándose los ojos cruzaba el rellano para volver a meterse en la pieza, todo era menos, era signo menus, menos rellano, menos puerta, menos luz, menos cama, menos Maga. Respirando con esfuerzo murmuró: «Maga», murmuró «París», quizá murmuró: «Hoy.» Sonaba todavía a lejano, a hueco, a realmente no vivido. Se volvió a dormir como quien busca su lugar y su casa después de un largo camino bajo el agua y el frío.

Julio Cortázar

viernes, 31 de julio de 2009

Luis Alberto Spinetta

Una ruina

Llega la hora en que estoy agotada y pienso en mi padre muerto, en las hojas y las nubes. Pienso en el tiempo que veo pasar antes de que me toque, cansada y triste lo dejo irse para que todo siga en orden, para que no se alteren mis días, para que no se quiebre el pavimento de lo irrecuperable y vuelvo, reinicio la infinita mentira: escucho, leo, repito recuerdos, sueño hacia adentro, soy un transeúnte desvanecido, un fantasma de lo que fui, una ruina.

miércoles, 29 de julio de 2009

martes, 28 de julio de 2009

...

No era el silencio ni el vacío ni la muerte ni la voz del aterrador teléfono rojo, era el inabarcable bosque, las hojas, los sueños, los fantasmas. Era el laberinto, el atardecer de Querétaro en el Aleph, el bebé Rocamadour, Kuber, el té, la casa, las nubes, las mañanas, Piaf o Soda o Fito o los Smiths. Pero no el silencio ni la muerte ni el vacío ni el incomprensible teléfono rojo, te equivocaste de recuerdos.

2046

viernes, 24 de julio de 2009

Séptima lección. Alejandro Jodorowsky

Siente las yemas de tus dedos como si fueran la punta de tu lengua. Apoya las yemas en los objetos del mundo pensando que son frágiles, que la menor presión los puede quebrar. Pídeles permiso antes de tocarlos. Antes de apoyar los dedos en su superficie, siente cómo penetras en su atmósfera. Aprende a sentir y a acariciar con respeto. Cualquier acción que hagas en el mundo con tus manos o tu cuerpo puede ser una caricia

jueves, 23 de julio de 2009

miércoles, 22 de julio de 2009

VÓRTICE

DEL MAR, a la montaña,
por el aire,
en la tierra,
de una boca a otra boca,
dando vueltas,
girando,
entre muebles y sombras,
displicente,
gritando,
he perdido la vida,
no sé dónde,
ni cuándo.

Oliverio Girondo

martes, 21 de julio de 2009

Otro fragmento de soledad

Pocas horas después, estragado por la vigilia, entró al taller de Aureliano y le preguntó:"¿Qué día es hoy?" Aureliano le contestó que era martes. "Eso mismo pensaba yo, dijo José Arcadio Buendía. Pero de pronto me he dado cuenta de que sigue siendo lunes, como ayer. Mira el cielo, mira las paredes, mira las begonias, también hoy es lunes". Acostumbrado a sus manías, Aureliano no le hizo caso. Al día siguiente,miércoles,José Arcadio Buendía volvió al taller. "Esto es un desastre, dijo. Mira el aire, oye el zumbido del sol, igual que ayer y antier. También hoy es lunes".

Gabriel García Márquez

Queen. Bohemian Rhapsody

"Mama,just killed a man,
Put a gun against his head,
Pulled my trigger,now he’s dead,
Mama,life had just begun,
But now I’ve gone and thrown it all away"

Apunte callejero

En la terraza de un café hay una familia gris. Pasan unos
senos bizcos buscando una sonrisa sobre las mesas. El
ruido de los automóviles destiñe las hojas de los árboles. En
un quinto piso, alguien se crucifica al abrir de par en par
una ventana.
Pienso en dónde guardaré los quioscos, los faroles, los
transeúntes, que se me entran por las pupilas. Me siento
tan lleno que tengo miedo de estallar... Necesitaría dejar
algún lastre sobre la vereda...
Al llegar a una esquina, mi sombra se separa de mí, y de
pronto, se arroja entre las ruedas de un tranvía.

Oliverio Girondo

viernes, 17 de julio de 2009

...y a propósito Werner Herzog

Fragmento de Cien años de soledad

Estaban obstinados en que su padre los llevara a conocer la portentosa novedad de los sabios de Memphis, anunciada a la entrada de una tienda que, según decían, perteneció al rey Salomón. Tanto insistieron, que José Arcadio Buendía pagó los treinta reales y los condujo hasta el centro de la carpa, donde había un gigante de torso peludo y cabeza rapada, con un anillo de cobre en la nariz y una pesada cadena de hierro en el tobillo, custodiando un cofre de pirata. Al ser destapado por el gigante, el cofre dejó escapar un aliento glacial. Dentro sólo había un enorme bloque transparente, con infinitas agujas internas en las cuales se despedazaba en estrellas de colores la claridad del crepúsculo. Desconcertado, sabiendo que los niños esperaban una explicación inmediata, José Arcadio Buendía se atrevió a murmurar:
-Es el diamante más grande del mundo.
-No -corrigió el gitano-. Es hielo.
José Arcadio Buendía, sin entender, extendió la mano hacia el témpano, pero el gigante se la apartó. «Cinco reales más para tocarlo», dijo. José Arcadio Buendía los pagó, y entonces puso la mano sobre el hielo, y la mantuvo puesta por varios minutos, mientras el corazón se le hinchaba de temor y de júbilo al contacto del misterio. Sin saber qué decir, pagó otros diez reales para que sus hijos vivieran la prodigiosa experiencia. El pequeño José Arcadio se negó a tocarlo. Aureliano, en cambio, dio un paso hacia adelante, puso la mano y la retiró en el acto. «Está hirviendo», exclamó asustado. Pero su padre no le prestó atención. Embriagado por la evidencia del prodigio, en aquel momento se olvidó de la frustración de sus empresas delirantes y del cuerpo de Melquíades abandonado al apetito de los calamares. Pagó otros cinco reales, y con la mano puesta en el témpano, como expresando un testimonio sobre el texto sagrado, exclamó:
-Éste es el gran invento de nuestro tiempo.

Gabriel García Márquez

miércoles, 15 de julio de 2009

Imagenes del viaje

"...(todos los recuerdos) son una misma sensación, la reiteración de un gesto hermoso que comunica lo que no se puede decir, la misma materia con la que una mirada dice adiós" T.









martes, 14 de julio de 2009

Querido A quien corresponda:

El anonimato es asunto pasado, ha quedado para mejores vidas, aquí todos me saludan por mi nombre, en este lugar sería impensable la desaparición del miserable doctor Pasavento. Los cuatro cerros que circundan la ciudad, rodean también un poco mis sueños y mi forma de correr, de pensar, de moverme al vacío. Ser anónimo era un privilegio, la invisibilidad en el mundo es una suerte que pocos obtienen y que se pierde. He perdido mi anonimato y mi identidad, he perdido todo, soy la mujer más pobre, más fraccionada que existe.

Tuya por siempre
F.

viernes, 10 de julio de 2009

Carta de Franz Kafka a Milena Jesenská

"¿De dónde habrá surgido la idea de que las personas pueden comunicarse mediante cartas? Uno puede pensar en una persona distante y puede tocar a una persona cercana; todo lo demás queda más allá de las fuerzas humanas. Escribir cartas, sin embargo, significa desnudarse ante los fantasmas, que las esperan con avidez. Los besos por escrito no llegan a su destino, se los beben por el camino los fantasmas. Con este abundante alimento se multiplican en forma desmesurada. La humanidad lo percibe y lucha por evitarlo. Y para eliminar en lo posible lo fantasmal entre las personas y lograr una comunicación natural, para recuperar la paz de las almas, ha inventado el ferrocarril, el automóvil, el aeroplano. Pero ya es tarde: son evidentemente inventos hechos en el momento del desastre. El bando opuesto es tanto más calmo y poderoso; después del correo inventó el telégrafo, el teléfono, la radio. Los fantasmas no se morirán de hambre, y nosotros, en cambio, pereceremos. "

miércoles, 8 de julio de 2009

lunes, 6 de julio de 2009

Piedra de sol, Octavio Paz (Frgamentos)

"...
no hay nada en mí sino una larga herida,
una oquedad que ya nadie recorre,
presente sin ventanas, pensamiento
que vuelve, se repite, se refleja
y se pierde en su misma transparencia

(...)

no hay nadie, no eres nadie,
un montón de ceniza y una escoba,
un cuchillo mellado y un plumero,
un pellejo colgado de unos huesos,
un racimo ya seco, un hoyo negro
y en el fondo del hoyo los dos ojos
de una niña ahogada hace mil años".

lunes, 29 de junio de 2009

29

Bebé Rocamadour, bebé, mon bebé. Rocamadour :

"No me da la gana de ir, Rocamadour, y tú sabes que está bien y no estás triste. Horacio tiene razón, no me importa nada de ti a veces, y creo que eso me lo agradecerás un día cuando comprendas, cuando veas que valía la pena que yo fuera como soy. Pero lloro lo mismo, Rocamadour, me equivoco, porque a lo mejor soy mala o estoy enferma o un poco idiota, no mucho, un poco pero eso es terrible, la sola idea me da cólicos, tengo completamente metidos para adentro los dedos de los pies, voy a reventar los zapatos si no me los saco, y te quiero tanto, Rocamadour, bebé Rocamadour, dientecito de ajo, te quiero tanto, nariz de azúcar, arbolito, caballito de juguete..."
Rayuela, capítulo 32. Julio Cortázar

domingo, 28 de junio de 2009

Azul...



"Amo cierta sombra y cierta luz que muy juntas, creo yo, azulan..." Jorge Eduardo Eielson

Eterno resplandor de una mente sin recuerdos...

sábado, 27 de junio de 2009

Del inconveniente de haber nacido. Cioran

"Sólo se tiene posibilidad de entrever sobre qué locura se funda
toda existencia, en la medida en que se restriega uno
contra la muerte".

viernes, 26 de junio de 2009

Las cosas. JLB



El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,

un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde

una ilusoria aurora.¡Cuántas cosas,
láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,

ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.

miércoles, 24 de junio de 2009

lunes, 22 de junio de 2009

Yann Tiersen

Nos despedimos, sin saberlo, del mundo. Nos despedimos de las nubes, del cielo, de una mirada y sus dolores, y así nos vamos quedando, más solos y más pobres cada día.

Los heraldos negros. César Vallejo

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé.
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé.

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes ... Yo no sé!

domingo, 21 de junio de 2009

sábado, 20 de junio de 2009

Ya no estaremos nunca completos

Papá por treinta o por cuarenta años,
amigo de mi vida todo el tiempo,
protector de mi miedo, brazo mío,
palabra clara, corazón resuelto,

te has muerto cuando menos falta hacías,
cuando más falta me haces, padre, abuelo,
hijo y hermano mío, esponja de mi sangre,
pañuelo de mis ojos, almohada de mi sueño.

Te has muerto y me has matado un poco.
Porque no estás, ya no estaremos nunca
completos, en un sitio, de algún modo.

Algo le falta al mundo, y tú te has puesto
a empobrecerlo más, y a hacer a solas
tus gentes tristes y tu Dios contento.

Algo sobre la muerte del Mayor Sabines. Primera parte. XV
Para mi papá...

domingo, 14 de junio de 2009

A tientas. Mario Benedetti

Se retrocede con seguridad
pero se avanza a tientas
uno adelanta manos como un ciego
ciego imprudente por añadidura
pero lo absurdo es que no es ciego
y distingue el relámpago la lluvia
los rostros insepultos la ceniza
la sonrisa del necio las afrentas
un barrunto de pena en el espejo
la baranda oxidada con sus pájaros
la opaca incertidumbre de los otros
enfrentada a la propia incertidumbre
se avanza a tientas / lentamente
por lo común a contramano
de los convictos y confesos
en búsqueda tal vez
de amores residuales
que sirvan de consuelo y recompensa
o iluminen un pozo de nostalgias
se avanza a tientas/ vacilante
no importan la distancia ni el horario
ni que el futuro sea una vislumbre
o una pasión deshabitada
a tientas hasta que una noche
se queda uno sin cómplices ni tacto
y a ciegas otra vez y para siempre
se introduce en un túnel o destino
que no se sabe dónde acaba.

martes, 9 de junio de 2009

Querido A quien corresponda:

Las cosas son simples, hoy blanco, mañana negro, pasado blanco y así hasta la otra semana, el otro mes, el otro tiempo que será. Si, las cosas, las circunstancias, todo es simple si el orden se sigue, si no hay una ruptura. Es una lástima que cada vez que comienzo a reconciliarme con el mundo se rompa algo. A veces se desgarra, hoy por ejemplo.

F.

¡Mr. Scruff!

lunes, 8 de junio de 2009

Doctor Pasavento. Enrique Vila- Matas

"Me gustaría poder llevar a la práctica, algun día, ese consejo de Polonio y aislarme, en realidad desaparecer en un cuartel de invierno que fuera una casa frente al mar en un ciudad sin nombre, con mi identidad convertida en un hueco vacío y con toda mi experiencia expresándose mediante recuerdos de un viaje en tren a Sevilla, por ejemplo"

jueves, 4 de junio de 2009

Un insecto llamado Gregorio Samsa

La tarde parecía normal, los latidos del sol penetraban en la alcoba, se posaban en las cosas y las tornaban doradas, luminosas. El infortunio hizo que un insecto indescriptible entrara en la habitación, era Gregorio Samsa. Le temí al reflejo, a las tantas metamorfosis sujetas al hombre y lo maté, aplasté su cuerpo con horror y algo semejante a la infelicidad, al vacío.

martes, 2 de junio de 2009

El mundo es cuadrado


Las sombras hacen un cuadro en medio de la casa, un cuadro de luz a media tarde. El cuadro me recuerda otros cuadros porque la vida es representada así: en pequeñas imágenes, en escenas. Nerval perseguía una imagen, yo persigo varias: muchos instantes cuadrados.