miércoles, 5 de mayo de 2010

Papá ha vuelto. Las ciudades de agua.

La cumbre de la montaña se alejaba perdiéndose cielo adentro y definitivamente supe que mi padre iba a morir. Recordé que hacía mucho tiempo que no nevaba sobre Santiago y me dije que yo ya había vivido lo suficiente, que ya era mucho mayor que él y que estaba bien. Le agradecí que hubiese vuelto a esperar 50 años porque yo a los 52 podía soportarlo. Le escogí la ropa y comencé a vestirlo.Mis camisas le quedaban algo grandes y al levantarle la cabeza para ponerle la que me pareció mejor sentí el primer golpe de las lágrimas destrás de mis ojos pugnando por salir. Me volví a decir que papá murió hace 50 años, a los 31, exactamente un 16 de febrero, y que tal vez me hizo falta, pero no es algo en lo que hubiese pensado mucho. No supe en qué instante regresó. Se instaló en mi pieza y durante los últimos años pudimos hablar algo. Ahora se había muerto y yo lo vestía mientras mi madre y mi hermana esperaba en el living. Cuando abrí la puerta para avisarles que ya podían entrar la furia del viento y del granizo me azotó aturdiéndome y ciego corrí a campo traviesa. Kurosawa, le grité, él volvió para morirse de nuevo conmigo. Al abrir los ojos vi encima de mí la blancura delirante de la cumbre y muy abajo las primeras luces de la ciudad encendiéndose. Sólo entonces pude llorar.

Raúl Zurita

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