No era el silencio ni el vacío ni la muerte ni la voz del aterrador teléfono rojo, era el inabarcable bosque, las hojas, los sueños, los fantasmas. Era el laberinto, el atardecer de Querétaro en el Aleph, el bebé Rocamadour, Kuber, el té, la casa, las nubes, las mañanas, Piaf o Soda o Fito o los Smiths. Pero no el silencio ni la muerte ni el vacío ni el incomprensible teléfono rojo, te equivocaste de recuerdos.
Yo soy queretana y he viajado a 17 estados de México. No se que será, que pasa o que provoca que el Querétaro los atardeceres son los más hermosos que he visto en mi vida... ya lo dijo Borjes.
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Sí, Angélica, ya lo dijo Borges,y bien lo decía. Querétaro es hermoso y más cuando cae el sol.
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